Obras de ayer más vigentes que nunca :: Las uvas de la ira :: Reseña



Distinguida con el Premio Pulitzer en 1940, Las uvas de la ira describe el drama de la emigración de los componentes de la familia Joad, que, obligados por el polvo y la sequía, se ven obligados a abandonar sus tierras, junto con otros miles de personas de Oklahoma y Texas, rumbo a la «tierra prometida» de California. Allí, sin embargo, las expectativas de este ejército de desposeídos no se verán cumplidas. 

Me llamo Bea, tengo 30 años y casi no he leído ningún clásico de la literatura universal… Siempre he pensado que estaba sobrevalorado, que lo importante era leer, leer mucho, pero que daba igual el tipo de libros. Así que durante un tiempo me puse a leer como loca, libros cortos, libros ágiles, para que mi lista de Goodreads creciera y creciera y poder sentir que era una gran lectora. 

De la mitad de esos libros no recuerdo nada. Alguno incluso lo he leído por segunda vez sin darme cuenta, reparando a la mitad de que esa historia me sonaba vagamente… 

En mi casa nunca se ha leído mucho (aunque se completaban todas las colecciones de este o aquel otro periódico) y del programa de literatura del instituto mejor ni hablamos. En la universidad la cosa cambió un poco, ¡un poco!, pero me pilló en mi época rebelde, así que dejé desaprovechar esa oportunidad. 

Pero hará un par de años decidí que quería que esto cambiara. Que quería que para mí la lectura fuera algo más que un mero entretenimiento. 

“Creo que debemos leer solo la clase de libros que nos hieren, que nos apuñalan. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta con un golpe en la cabeza, ¿para qué leemos?... Un libro debe ser el hacha para el mar congelado que tenemos dentro de nosotros”. Franz Kafka 

Puede que mi opinión no sea tan extrema, pero sí creo que vale la pena leer aquellos libros que dejen una huella, que cambien algo dentro de ti. 

Como ya sabrás si me lees desde hace algún tiempo, en un intento desesperado de motivarme, me propuse un reto para empezar a leer las grandes obras a través de una especie de juego que llamé El bote de los clásicos (te dejo el enlace por si quieres ver de qué va). 

El primer libro que el azar eligió para mí fue Las uvas de la ira, de John Steinbeck. Había leído algunas opiniones muy buenas respecto al autor y me habían recomendado mucho su lectura, así que me lancé a ello, no sin cierto miedo. 

Pero en realidad no había necesidad de miedo alguno, porque se trata de una novela totalmente accesible, a pesar de tratar de temas tan grandes y tan abstractos como la dignidad humana y la justicia social

Salvando las distancias, - gracias a Dios (o mejor dicho a mis padres, a mi pareja y a mí misma) nunca he tenido que vivir esa precariedad ni he pasado hambre – como emigrante no me ha costado mucho ponerme en el lugar de la familia protagonista y compartir muchos de sus sentimientos. 

Debido a la mecanización de las tareas del campo, los Joad se ven obligados a dejar su granja y a viajar hacia el oeste, a California, la tierra prometida del trabajo y la prosperidad. Un viaje muy duro que les arrebatará prácticamente todo lo que tienen. 

Así pues, con ellos comparto el dolor de dejar el hogar porque sientes que ya no puede ofrecerte nada; la obligación de tener que ir de aquí para allá, cargando con todas tus pertenencias; el tener que aprender a desprenderte de lo innecesario; a no sentirte nunca en casa en ningún lugar; a soportar las miradas de algunas personas mientras mendigas una oportunidad y repites hasta la saciedad que no quieres que te regalen nada, que lo único que quieres es trabajar y ganarte la vida, una vida mejor, una vida digna. De notar sobre ti las miradas hostiles de algunas personas que te hacen sentir que no tienes derecho a estar ahí. 

Todos estos sentimientos se ven incrementados en la novela por el contexto. La crudeza de los años 30 en los Estados Unidos, con el crack del 29 y la crisis económica posterior. Además, a la brutalidad de los tiempos se le suma la brutalidad de la gente y una violencia extrema arraigada en la sociedad. 

El libro va intercalando dos historias paralelas. Por una parte, vamos conociendo los avances en el viaje de los Joad. Por otra, se narra la situación de la sociedad estadounidense de la época, aunque siempre a través de diversas historias particulares, pero anónimas, que le sirven de voz. 

Una idea de las que muestra el libro y que me ha parecido especialmente interesante es la autogestión. Como pequeñas comunidades son capaces de organizarse al margen del sistema, del gobierno, y como esto realmente puede tener éxito. Precisamente por eso, este tipo de comunidades se convierten en una amenaza, despiertan el miedo de los que ostentan el poder, quienes tratan de boicotearlas y acabar con ellas. 

En 1936, Steinbeck escribió una serie de reportajes para el diario The San Francisco News sobre la emigración a California de los granjeros del Medio Oeste gracias a los cuales recopiló toda la información necesaria, así como un sinfín de experiencias y casos reales, en los que se basó para escribir Las uvas de la ira. Sobre este tema también escribió Los vagabundos de la cosecha, editado en 2007 por Libros del Asteroide

“Es una de las grandes novelas políticas de la literatura y conserva, además, todo su vigor narrativo”, Luisgé Martín, Babelia, El País. 

En resumen, es un libro que no solo nos ayuda a comprender la historia reciente de nuestro sistema económico y político, o la de un país que a muchos nos cuesta entender; sino que nos habla con voz crítica y sin tapujos de grandes problemas vigentes ahora mismo también en nuestro país. La creciente miseria, la precariedad laboral, la falta de escrúpulos y el abuso a los trabajadores por parte de las empresas, la ferocidad de un sistema que hará cualquier cosa, pasará por encima de cualquier persona y destruirá cualquier tipo de alteridad e individualismo, con el fin de perpetuarse


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